Diego Otero Prada

El presidente Iván Duque y los gremios, encabezados por el presidente de la Andi andan dedicados a decir mentoias sobre la reforma tributaria, mal llamada por ellos ley de crecimiento.

No hacen referencia en el gobierno a los billonarios regalos a los empresarios y que la derogación de esta reforma tributaria es una solicitud del Comité del Paro y de millones de colombianos y colombianas. Aquí se muestra el cinismo del gobierno de hablar de una baboso diálogo nacional que no es sino una forma de evitar enfrentar las quejas de millones de compatriotas. Ahí se ve la cara doble de este gobierno neoliberal de derecha y de unos empresarios voraces que solamente buscan engrosar sus bolsas para comprar más apartamentos lujosos en el exterior, aviones, enviar a hijos y familiares a estudiar a las mejores universidades extranjeras y a ostentar lujo y nada de crear empleo.

El empleo depende de la demanda agregada que incluye los ingresos de los trabajadores, la inversión pública y privada y la demanda externa por exportaciones. Si no hay demanda, no hay creación de riqueza y por lo tanto de empleo.  No es necesariamente un problema de oferta sino principalmente de demanda.

Diferentes estudios muestran que una cosa son las tarifas nominales e impuestos al sector empresarial y otra son los impuestos pagados efectivamente. Varios estudios señalan que las empresas no pagan más allá del 10% como impuesto, no el sesenta o setenta por ciento que hablan los gremios.

Y en cuanto a los super ricos, la tasa de tributación real es baja. Ya hay evidencias y estudios de como se esconden ingresos para los dueños de las empresas, a través del sistema de pagos que se hacen a los acciones y directivos como costos de las empresas, por ejemplo  carros, tarjetas de crédito, arrendamientos viaje, medicina prepagada, vacaciones, celulares, en fin, todo un conjunto de pagos a los dueños del capital que en la práctica es un aumento en el ingreso escondido y un costo para las e presas que permite reducir las utilidades. Esto es no pagar impuestos y es corrupción privada.

En conclusión, la reforma tributaria es una burla, solamente busca dar más exenciones al sector privad, que es el objetivo principal de sus promotores, y para atraer a la ciudadanía se han inventado una serie de fórmulas impractibles.

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