Con sus diferentes facciones, Gaza consagró colectivamente el estado de conciencia de toda Palestina y logró su objetivo de quebrar el prestigio de Israel, a pesar de la afirmación del primer ministro Benjamín Netanyahu de que el país se había convertido en «una superpotencia, no sólo una potencia regional». Esta nueva conciencia palestina se logró tras la escalada y la agresiva campaña israelí contra el barrio de Sheikh Jarrah (historia completa a continuación), habitado por más de 38 familias palestinas amenazadas con ser desalojadas de sus hogares. Israel también atacó salvajemente a manifestantes y creyentes en la mezquita de Al-Aqsa.

El destino del barrio de Sheikh Jarrah se ha convertido en un asunto internacional que despierta la conciencia y la solidaridad mundial con los palestinos oprimidos. La causa palestina había estado ausente de la escena internacional tras las normalizaciones de los países árabes e islámicos después de que Donald Trump ofreciese todo Jerusalén a Israel.

Sin embargo, no se espera que la batalla en Gaza se detenga pronto, porque Israel tratará de restaurar el poder de disuasión que ha perdido debido a los misiles palestinos disparados con éxito desde Gaza. Un hehco digno de mención es el levantamiento de los árabes de 1948. Tras 72 años de convivencia, en la ciudad de Lod en particular y en otras ciudades mixtas árabe-israelíes, han demostrado que la nueva generación quiere recuperar su territorio ocupado, rechazando los infructuosos acuerdos de Oslo y Camp David.El devenir de los acontecimientos no se genera sólo desde el campo: Los cohetes de Gaza queman el suelo bajo los pies del presidente palestino Mahmud Abbas (Abu Mazen). Abbas retrasó las elecciones parlamentarias y presidenciales que inevitablemente conducirían a la pérdida de la presidencia que ostenta desde 2005. Por supuesto, Israel cree que el actual presidente palestino es su mejor socio, porque ha rechazado la resistencia armada. Además, Abbas mantiene la cooperación en materia de seguridad con Israel y evita cualquier posibilidad de que los palestinos que viven en Cisjordania se unan a Gaza para hacer frente tanto a la agresión como a la expansión israelí. 

Es plausible que Israel haya actuado también en su propio interés al perturbar las elecciones presidenciales palestinas que coincidieron con el desalojo ilegal de las familias de Sheikh Jarrah, con el objetivo de impedir que los palestinos de Jerusalén participaran en las urnas. El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, es sin duda consciente de que atacar al-Aqsa y a los habitantes de Jerusalén es como encender la mecha de un barril de pólvora. La primera y la segunda intifada fueron la mejor prueba de que estos actos acarrean consecuencias.

Hamás, la Yihad Islámica y todas las demás facciones de la Franja de Gaza han logrado la unidad con Jerusalén defendiéndola. Hamás no empezó a bombardear los asentamientos israelíes antes de dar a Israel muchas horas para que dejara de atacar a la población civil de Jerusalén. Sin embargo, Tel Aviv insistió en su posición y arrastró a todo el mundo a la batalla para que Benjamín Netanyahu lograra sus objetivos de posponer las elecciones israelíes, salvando así su futuro político por el momento. Los grupos palestinos de Gaza bombardearon Jerusalén, Tel Aviv, Ashkelon y Ashdod con cientos de cohetes, que llegaron no muy lejos de Haifa. Los funcionarios israelíes no previeron la intensidad de la respuesta palestina con cohetes ni la reacción al bombardeo de Gaza. Los diversos grupos de la resistencia demostraron su credibilidad con el tiempo y la intimidación. Consiguieron una mayor popularidad entre la población palestina y árabe que apoyaba la causa y estaba en contra de la normalización con Israel.

Uno de los objetivos más importantes que los palestinos han conseguido ha sido demostrar el fracaso del sistema Iron Dome a la hora de interceptar todos los cohetes baratos – de fabricación nacional -que fueron lanzados a zonas israelíes. Gaza inundó los sofisticados sistemas de interceptación israelíes al lanzar más de 100 cohetes simultáneamente. Israel admitió que no pudo detener el lanzamiento de cohetes a pesar de que el ejército israelí bombardeó decenas de objetivos. Para amedrentar a la población, Israel bombardeó varias torres civiles (al-Hanadi, al-Jawhara y al-Shorooq) en prestigiosas zonas comerciales y residenciales con la intención de poner a los habitantes en contra de los grupos palestinos que se enfrentan a Israel.

Hasta ahora, al menos 60 palestinos han perdido la vida y 6 israelíes, entre ellos un militar, han muerto en el intercambio de bombardeos. Los grupos palestinos lograron lanzar más de 1.300 cohetes. Aparecieron escenas vergonzosas de miembros de la Knesset israelí y del Ministro de Defensa Gantz huyendo a los refugios antibombas.

Israel no sólo ha perdido su capacidad de disuasión, sino también su prestigio. En la década de 1940, un grupo terrorista judío atacó a las fuerzas británicas y voló el Hotel Rey David en 1946, matando a 91 personas. El grupo Irgun reivindicó el atentado, en el que murieron funcionarios británicos del Imperio Británico, que gobernaba Palestina en aquella época. A David Ben Gurion, el fundador del llamado Estado de Israel, le preguntaron entonces: «¿Derrotarán las bandas de la Haganá a Gran Bretaña con este bombardeo?». Respondió: «El objetivo es romper el prestigio del Imperio Británico». Ahora, Gaza ha roto el prestigio del mito israelí.

Policías israelíes reprimen a manifestantes que protestaban por el desalojo de familias palestinas locales en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén Este, el 8 de mayo de 2021 (Foto: Menahem Kahana / AFP)

La historia del barrio de Sheikh Jarrah:

Tras la expulsión de los palestinos en 1948, conocida como «Nakba», unos 750.000 palestinos se vieron obligados a huir de sus hogares a países vecinos. Tras estos acontecimientos, 28 familias (hoy son 38) se instalaron en el barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, en 1956. Llegaron a un acuerdo con el Ministerio jordano de Construcción y Desarrollo y la agencia de la ONU para los refugiados (UNRWA) para que les proporcionara viviendas en el barrio de Sheikh Jarrah. En aquella época, Cisjordania estaba bajo dominio jordano (1951-1967).

El gobierno jordano proporcionó el terreno, mientras que UNRWA cubrió el coste de la construcción de 28 viviendas para estas familias. Se acordó que los residentes pagaran una cuota simbólica, siempre que la propiedad se transfiriera a los residentes más de tres años después de la finalización de la construcción. Sin embargo, esto se vio interrumpido por la ocupación israelí de Cisjordania, incluida Jerusalén, en 1967, que impidió el registro de las casas a nombre de las familias.

Este mes, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Jordania dijo que había proporcionado al Ministerio de Asuntos Exteriores palestino 14 acuerdos ratificados destinados a los habitantes del barrio de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, que respaldan su reclamación de sus tierras y propiedades. En un comunicado, el Ministerio dijo que entregó a los residentes un certificado que demuestra que el Ministerio jordano de Construcción y Desarrollo había acordado con la UNRWA establecer 28 unidades de vivienda en Sheikh Jarrah para ser delegadas y registradas a nombre de estas familias. El proceso, sin embargo, se interrumpió como consecuencia de la ocupación israelí de Cisjordania en 1967. El Ministerio había proporcionado previamente a la parte palestina todos los documentos que podían ayudar a los habitantes de Jerusalén a mantener sus plenos derechos, incluidos los contratos de arrendamiento, las listas de nombres de los beneficiarios y una copia del acuerdo celebrado con el UNRWA en 1954.

En 1972, el Comité Sefardí y el Comité de la Knesset de Israel alegaron que eran propietarios del terreno en el que se construyeron las casas en 1885, y pidieron al tribunal que desalojara a cuatro familias de sus casas en el barrio, acusándolas de apropiación de tierras.

En 1982, asociaciones de asentamientos israelíes presentaron una demanda de desalojo contra 24 familias del barrio de Sheikh Jarrah y 17 familias contrataron a la abogada israelí Tosia Cohen para que las defendiera. En 1991, la abogada firmó un acuerdo, sin el conocimiento de las familias, por el que la propiedad de la tierra pertenecía a las asociaciones de asentamientos. La abogada puso a las familias palestinas bajo la amenaza de desalojo si no pagaban el alquiler a las asociaciones de asentamientos.

En 1997, Suleiman Darwish Hijazi, un residente, presentó una demanda ante el Tribunal Central de Israel para demostrar la propiedad de sus tierras, utilizando títulos de propiedad emitidos por el Imperio Otomano, traídos de Turquía. Sin embargo, el tribunal rechazó la demanda en 2005.El tribunal dijo que los documentos no demostraban la propiedad de sus tierras, y el recurso de Hijazi interpuesto al año siguiente también fue rechazado. En noviembre de 2008, la familia al-Kurd fue desalojada de su casa, seguida por el desalojo de las familias Hanoun y al-Ghawi en agosto de 2009.

Hasta ahora, 12 familias palestinas del barrio han recibido órdenes de desalojo emitidas por los tribunales centrales y de primera instancia israelíes. Cuatro familias palestinas presentaron un recurso ante el Tribunal Supremo, máximo órgano judicial de Israel, contra la decisión de expulsarlas de sus hogares. El Tribunal Central israelí de Jerusalén Este aprobó a principios de este año una decisión de desalojar a cuatro familias palestinas de sus hogares en el barrio de Sheikh Jarrah en favor de colonos israelíes de ultraderecha.

En 1948, la familia de Al-Sabbagh ya huyó de su casa en Jaffa, que ahora habitan los israelíes. Al-Sabbagh, una familia de 32 miembros, incluidos diez niños, teme que el veredicto del tribunal les convierta a él y a su familia en refugiados de nuevo.


Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Elijah J. Magnier el 13 de mayo de 2021, la traducción fue realizada por Eli C. Casas.

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