Álvaro Beltrán Pinzón
abpopinion@hotmail.com

Apelamos al prefijo ʿposʾ, que se ha puesto de moda, para identificar la etapa que nos aprestamos a cumplir en el transcurso de la pandemia y que está determinada por la reanudación de las actividades productivas, en la cual deben tener prelación las medidas de autocuidado para evitar la desbordada difusión del contagio. El Minsalud la ha denominado ʿaislamiento selectivo con distanciamiento individual y responsableʾ y viene a poner término al ʿconfinamiento preventivo obligatorioʾ que, con abundantes y progresivas excepciones, nos ha regido en los últimos cinco meses.

Más allá de la terminología adoptada, que no resulta de fácil asimilación, se percibe tal proliferación de decretos, normas y disposiciones que parecen delatar la sobreactuación de algunos gobernantes, al ir al detalle minucioso para corregir, precaver y atender tantas situaciones, hasta el punto de desorientar a la gente y entorpecer su forma de actuar.

Se advierte también el lastre de una situación desafortunada, derivada del método de recurrir al miedo y a la angustia, para que se tomara conciencia de las implicaciones y consecuencias de la propagación del COVID-19, y que ahora significa una pesada carga en el proceso de reactivación para buena parte de la ciudadanía. Otros grupos poblacionales permanecen indiferentes o consideran que los resultados no han sido tan catastróficos como los vaticinaba el Gobierno Nacional en su declaratoria de emergencia social y económica, y han optado por relajarse y menospreciar las difíciles secuelas que trae consigo la inobservancia de las recomendaciones de bioseguridad.

Así las cosas, lo que se requiere es proceder con directrices sencillas y claras que no confundan. La única posibilidad de éxito estriba en la responsabilidad ciudadana. Las necesidades apremian; la sociedad no se puede paralizar en un encierro indefinido y se imponen las razones prácticas para acotar el retorno a la nueva normalidad.

En la actitud propia, que responda al compromiso social que el momento exige, está centrada la oportunidad de salir avante de la encrucijada. No hay que minimizar la letal incidencia de esta pandemia, pero tampoco crear alarmas exageradas ni exacerbar prevenciones inocuas

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