En un libro de eventos, el historiador Jean-Baptiste Fressoz demuestra cómo la idea de una evolución suave hacia un sistema energético libre de carbono es “la ideología del capital en el siglo XXI”. Y que los cambios necesarios para el clima exigen romper con la visión de la evolución por fases, desde la era de los fósiles hasta la era de las renovables. 

Está en todas partes. En títulos ministeriales, en los informes de los especialistas en clima, en las pancartas de las manifestaciones, en los planes de negocio de las multinacionales y en los medios de comunicación: “la transición energética”.

Desde hace unos veinte años, la expresión se ha consolidado en el lenguaje común para describir las políticas de reducción de gases de efecto invernadero. Reemplazó al oxímoron “desarrollo sostenible” , desacreditado por su afirmación contradictoria.

Para luchar contra el cambio climático, el mundo está cambiando de era: después de haber dependido masivamente de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas), las sociedades dependen cada vez más de las nuevas energías renovables (energía eólica, fotovoltaica), con el objetivo declarado de descarbonizar las economías para 2050 y alcanzar el umbral simbólico de “emisiones netas cero” .

Sin embargo, cuando miramos la historia de los siglos pasados, esta idea resulta aberrante. Desde los inicios de la revolución industrial hasta la actualidad, nunca ha existido una transición energética. Los recursos utilizados por los humanos sólo se han agregado entre sí a través de inventos tecnológicos.

Entonces, ¿por qué hablamos de transición energética para delinear las políticas esenciales para la lucha contra el cambio climático? Para dilucidar este misterio, el historiador Jean-Baptiste Fressoz se embarcó en una investigación histórica tan apasionante como sorprendente sobre la realidad de los recursos consumidos por las economías y las sociedades. Su título ofrece un resumen conciso: Sin transición. Una nueva historia de la energía.

En un libro de eventos, el historiador Jean-Baptiste Fressoz demuestra cómo la idea de una evolución suave hacia un sistema energético libre de carbono es “la ideología del capital en el siglo XXI”. Y que los cambios necesarios para el clima exigen romper con la visión de la evolución por fases, desde la era de los fósiles hasta la era de las renovables. 

Está en todas partes. En títulos ministeriales, en los informes de los especialistas en clima, en las pancartas de las manifestaciones, en los planes de negocio de las multinacionales y en los medios de comunicación: “la transición energética”.

Desde hace unos veinte años, la expresión se ha consolidado en el lenguaje común para describir las políticas de reducción de gases de efecto invernadero. Reemplazó al oxímoron “desarrollo sostenible” , desacreditado por su afirmación contradictoria.

Para luchar contra el cambio climático, el mundo está cambiando de era: después de haber dependido masivamente de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas), las sociedades dependen cada vez más de las nuevas energías renovables (energía eólica, fotovoltaica), con el objetivo declarado de descarbonizar las economías para 2050 y alcanzar el umbral simbólico de “emisiones netas cero” .

Sin embargo, cuando miramos la historia de los siglos pasados, esta idea resulta aberrante. Desde los inicios de la revolución industrial hasta la actualidad, nunca ha existido una transición energética. Los recursos utilizados por los humanos sólo se han agregado entre sí a través de inventos tecnológicos.

Entonces, ¿por qué hablamos de transición energética para delinear las políticas esenciales para la lucha contra el cambio climático? Para dilucidar este misterio, el historiador Jean-Baptiste Fressoz se embarcó en una investigación histórica tan apasionante como sorprendente sobre la realidad de los recursos consumidos por las economías y las sociedades. Su título ofrece un resumen conciso: Sin transición. Una nueva historia de la energía.

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