Destacadas personalidades y organizaciones políticas y sociales publican un llamamiento contra el rearme del Bundeswehr

«¡No a la guerra!» exigen por ahora más de 33.000 personas (en el momento que traducimos este artículo, 26 de marzo) en Alemania, quienes han firmado el llamamiento «Preservemos la democracia y el estado de bienestar: ¡no al aumento del gasto armamentista en la Constitución!», dirigido contra los planes del gobierno federal de rearmar ampliamente el Bundeswehr (traducido a continuación de este artículo).

Los iniciadores son el sociólogo Klaus Dörre de la Universidad de Jena, los miembros del SPD Andrea Ypsilanti y Jan Dieren, la miembro de La Izquierda Julia Schramm e Ingar Solty de la Fundación Rosa Luxemburg. Mientras tanto, numerosas organizaciones sociales y medioambientales se han sumado al llamamiento.

Entre los primeros firmantes se encuentran numerosas personalidades de la política, las iglesias, los sindicatos y académicos. Entre ellos la sindicalista Annelie Buntenbach, el vicepresidente del GEW (Gewerkschaft Erziehung und Wissenschaft- Sindicato de Educación y Ciencia), Andreas Keller, las actrices Katja Riemann y Corinna Harfouch, la teóloga Margot Käßmann, así como el músico Bela B. y el cantante Sebastian Krumbiegel.

Coinciden en que los planes del gobierno alemán significan un cambio de rumbo fundamental y de graves consecuencias en la política exterior e interior, que no solo requiere, sino que también debe presuponer un amplio debate social. Sin embargo, la decisión se tomó «prácticamente de la noche a la mañana y en los círculos más reducidos», dice el manifiesto, y eso es un «escándalo político-democrático».

Los argumentos sobre política de seguridad del gobierno federal no convencen a los promotores del manifiesto. Es cierto que la acumulación de armas tiene lugar al mismo tiempo que la guerra en Ucrania, dijo Ingar Solty a Neues Deutschland. Pero no hay ninguna relación causal entre el rearme y la guerra.

«Las armas no están destinadas a Ucrania y no están destinadas a la disuasión», dijo. Además, añadió, el concepto de disuasión mediante el rearme ha demostrado ser ineficaz.  “El ‘gasto en defensa’ de los 30 estados de la OTAN supera al de Rusia en casi veinte veces», dice en consecuencia el llamamiento.

Solty señala que el actual gobierno federal ya había mostrado su intención de rearmarse antes del ataque ruso. Los gobiernos anteriores también lo habían establecido en los acuerdos de coalición. El objetivo de la política de defensa alemana estaba fijado desde hacía tiempo.

El gobierno alemán no solo quiere crear un fondo especial para el Bundeswehr por valor de 100.000 millones de euros. También tiene la intención de aumentar el gasto anual en defensa hasta al menos el 2% del producto interior bruto. Esto supondría más de 70.000 millones de euros al año.

Esta enorme cantidad preocupa a Klaus Dörre. «El dinero que se gaste en armas faltará en otros sitios», dijo a tagesschau.de. La iniciativa teme que para financiar el rearme, se recorten fondos en el ámbito social y cultural. Esto también es probable, porque el gobierno federal quiere al mismo tiempo atenerse al freno de la deuda.

Los promotores no creen que el Bundestag pueda rechazar los planes. «Sabemos que saldrá adelante, no somos ingenuos», dijo la co-promotora Julia Schramm a Tagesspiegel. No obstante, quieren expresar su protesta y ejercer cierta presión. Como ella decía, tuvieron que luchar durante dos años por el bono de cuidados médicos, que ascendía a 1.500 millones de euros, una “suma demencial” y ahora, para esto, todo son prisas.

Fuente: https://www.heise.de/tp/features/Aufruf-gegen-Scholz-100-Milliarden-Pake…

Preservemos la democracia y el estado de bienestar: ¡no al aumento del gasto armamentista en la Constitución!

El 24 de febrero, la Rusia del presidente Vladimir Putin invadió Ucrania. Esta guerra ya se ha cobrado miles de víctimas y ha costado cientos de miles de hogares.

No hay justificación para esta guerra. Putin es totalmente responsable de los muertos y de los refugiados. Las justificaciones de Putin para la guerra son mentiras y propaganda. Estamos muy preocupados por el futuro de la paz y la seguridad en Europa y en el mundo. Este miedo nos une a los cientos de miles de personas que, tras el inicio de la guerra, salieron a la calle solo en Colonia, Berlín, Múnich, Frankfurt, Hamburgo y centenares más en otras ciudades, expresando su indignación por la guerra de Putin, su solidaridad con el pueblo ucraniano, su miedo a una nueva escalada y su deseo de paz y seguridad. Junto con ellos, nos manifestamos contra la guerra de Putin y a favor de la paz.

Estas manifestaciones fueron las mayores manifestaciones por la paz desde las protestas contra la guerra de Irak en 2003. El mismo día en que la gente salió a la calle contra la guerra en Berlín, el gobierno alemán, con el apoyo de la CDU/CSU, presentó un paquete de medidas que prevé el mayor rearme de Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Un aumento masivo de armamento del Bundeswehr no ayudará a la población de Ucrania. Las nuevas armas que se van a adquirir no apoyarán a los ucranianos y ucranianas en su lucha y derecho a la autodefensa. El «gasto en defensa» de los 30 países de la OTAN ya supera al de Rusia en casi 20 veces. La adquisición de armas convencionales, como aviones de combate y drones armados, como elemento disuasorio en un marco de bloques militares nucleares no tiene sentido. Los países de la OTAN y también Alemania empezaron a aumentar significativamente su gasto en armas antes de 2014, es decir, mucho antes de que se produjera el conflicto de Ucrania. Algunas partes de los planes de rearme se encuentran ya en el acuerdo de coalición, mucho antes de las primeras advertencias de una inminente invasión rusa. Sin embargo, esta guerra y las horribles imágenes de las muertes y la destrucción en Ucrania no pueden justificar un cambio radical de rumbo en la política exterior alemana y el mayor aumento del gasto armamentístico alemán desde la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera mediante una modificación de la Ley Fundamental.

Decidir un giro de 180 grados en la política exterior alemana, con las correspondientes consecuencias dramáticas también para la política interior -para el estado de bienestar, para la liberalidad y la humanidad- sin ningún debate social amplio, sin ningún debate parlamentario, e incluso sin ningún debate interno en los partidos, sería un escándalo en términos de política democrática.

Además de los 49.000 millones de gasto en armamento del presupuesto de 2022, este año se reservarán 100.000 millones como fondo especial, que se pondrán a disposición del Bundeswehr durante varios años. Esta suma corresponde a los gastos de varios ministerios federales, entre los que se encuentran departamentos tan importantes como Sanidad (16.030 millones), Educación e Investigación (19.360 millones), Interior, Construcción y País (18.520 millones), Familia, Tercera Edad, Mujer y Juventud (12.160 millones), Economía y Energía (9.810 millones), Medio Ambiente (2.700 millones), Cooperación y Desarrollo (10.800 millones), así como Alimentación y Agricultura (6.980 millones). En el futuro, el 2% del producto interior bruto se gastará permanentemente en armamento. Esto elevaría estos gastos a más de 70.000 millones de euros anuales. Al mismo tiempo, el gobierno federal quiere atenerse al «freno de la deuda», lo que plantea la cuestión de nuestras prioridades democráticas a largo plazo y conlleva el peligro de recortes masivos en los sectores social, cultural y público. En nombre de la democracia, rechazamos la idea de hacer que esta línea de rumbo político sea vinculante para los futuros gobiernos, anclándola en la Ley Fundamental. La seguridad y la justicia social, no el armamento, son el mandato de la Ley Fundamental.

En lugar de que las decisiones se tomen de la noche a la mañana y en los círculos más reducidos, pedimos un amplio debate democrático sobre un concepto de seguridad integral que incluya la seguridad contra los ataques militares, así como los aspectos pandémicos y ecológicos, y que resida en el concepto de la unidad de la seguridad y el desarrollo colectivo.

Nos enfrentamos a la guerra y a un sufrimiento inmensos, con refugiados, con pobreza e inseguridad social, a una pandemia mundial que ha puesto de manifiesto cómo nuestros sistemas sanitarios están al límite, a unas infraestructuras públicas cuyo abandono durante décadas nos está costando caro, a una escena cultural abandonada y a una catástrofe climática que no se detiene en las fronteras nacionales y que requiere inmensas inversiones en tecnologías de futuro y en amortiguación social. El armamentismo previsto desde hace décadas no acabará con las muertes en Ucrania, no hará que nuestro mundo sea más pacífico y no lo hará más seguro. No podemos permitírnoslo en nombre del futuro.