POR MARÍA FERNANDA BARRETO /

La persecución, hostigamiento, amedrentamiento y bloqueo contra la República Bolivariana de Venezuela continúa por parte del gobierno de Donald Trump, la mafia cubano-estadounidense, el régimen sionista de Israel que preside Benjamin Netanyahu y el activismo permanente que ejercen el narco-gobierno de Colombia de Iván Duque con su jefe, el cuestionado expresidente Álvaro Uribe Vélez, y su nueva “socia” en ese oscuro y criminal propósito, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López Hernández.

En el más reciente análisis situacional que publicamos el pasado primero de junio, advertimos sobre la importancia de que Venezuela eleve sus alertas en este periodo pre-electoral estadounidense, esto es hasta el mes de octubre de este año, ya que la situación geopolítica actual puede recibir una sacudida violenta en aras de que el actual líder del gobierno de los EE.UU. logre conseguir una segunda presidencia.

Donald Trump corre el riesgo de ser el primer presidente estadounidense del siglo XXI que cumpla sólo un cuatrienio en la Casa Blanca. Y aunque, como señalamos en ese análisis, su país difícilmente se involucrará en una agresión militar directa, al menos, no hasta que todas las agresiones indirectas y multiformes hayan comenzado a dar frutos, una acción desesperada para complacer a los lobbies que lo han apoyado y apoyarían su reelección es esperable.

En el libro El lobby israelí y la política exterior de los Estados Unidos (2007), los investigadores estadounidenses Mearsheimer y Walt, procurando explicar qué son los lobbies y qué poder tienen en su país, dicen que “En Estados Unidos los grupos de interés contienden de manera rutinaria para dar forma a las percepciones que se tienen del interés nacional y para convencer a los legisladores y a los presidentes de que adopten las políticas de su preferencia.” En cuanto al poder que éstos ejercen sobre la política exterior enfatizan que “la influencia de los distintos grupos de interés desde hace mucho tiempo ha configurado diversos aspectos de la política exterior estadounidense, incluidas las decisiones relativas a la guerra”.

Por eso hay que insistir en la importancia de dos de ellos que pueden afectar a Venezuela, más allá de la mafia cubano-estadounidense de Miami que ha acompañado las más violentas acciones contra el gobierno bolivariano en los últimos años, estos son el lobby de la industria militar y el más poderoso de todos que es el lobby sionista.

Las compañías militares privadas (CMP) o más bien, sus grandes corporaciones que conforman el primero de estos “grupos de interés”, que más bien se asemejan a las mafias, han estado muy bien representadas en Lockheed Martin la más poderosa CMP del mundo a la que sabiamente, el gobierno chino acaba de sancionar hace pocos días.

La directora ejecutiva de esta gran corporación, ha aparecido junto a Donald Trump en el marco de su campaña “Made in America”, destacando que sus armas son de fabricación estadounidense y respaldando las restricciones a los productos de fabricación china.

La mejor forma de comprometer el apoyo de estas corporaciones a la reelección del actual presidente de EE.UU. es ofrecer a este lucrativo “negocio americano”, más guerras o al menos la amenaza de ellas, para sostener sus millonarias ganancias en medio de la crisis económica que se ha agudizado con la pandemia.

Las principales oficinas de Lookcheed Martin en América Latina se encuentran en Colombia, Brasil y México. Justamente en Colombia, en la Base de la Policía en Guaymaral, la Base Militar del Ejército de Tolemaida y la Base de la Fuerza Aérea en Melgar, tiene las instalaciones más importantes de su subsidiaria Sikorsky en la región, que es la fabricante de los helicópteros Black Hawk, entre otros. Los F16 que aún posee Venezuela son parte de los productos comercializados por esta CMP, que el país adquirió en 1982, sin embargo, la prohibición de venta de armas y otros servicios que realizó el gobierno de Bush contra Venezuela en el año 2006 rompió incluso con la venta de repuestos para dichos aviones que por contrato le correspondían. Ésta, como otras sanciones posteriores, acabó por obligar al país a buscar alternativas y abrió puertas a sus competidores rusos y chinos, lo que ha desatado la rabia del país norteamericano y por supuesto, de la compañía.

En cuanto al lobby sionista, sus intereses sobre Venezuela son varios pero sobre todo, el hecho de que solidaria y soberanamente el presidente Hugo Chávez haya decidido romper relaciones diplomáticas con Estado de Israel en enero del 2009 como respuesta al genocidio perpetrado en Gaza el mes anterior, y que esa ruptura se mantenga firme el día de hoy, es una afrenta que el régimen genocida de ese país, no olvida.

Si alguien duda sobre este punto, bastará remitirse al acuerdo firmado la semana pasada entre el partido político de María Corina Machado “Vente Venezuela” y el partido “Likud” de Benjamin Netanyahu, en el que se plantean temas bastante sugerentes de actividades desestabilizadoras contra el gobierno venezolano y con claros contenidos colonialistas. El documento, que incluye la extravagancia de reivindicar literalmente “los valores occidentales”, incluye además cooperación política, ideológica, de asuntos sociales, estratégicos, geopolíticos y hasta de seguridad, en lo que califica como una “sociedad operativa”. Esto además puede significar el resurgimiento de esta lideresa de la extrema derecha venezolana, ante el estrepitoso fracaso de Juan Guaidó. Cabe mencionar que entre los principales apoyos de Machado en Colombia, se encuentran Álvaro Uribe Vélez y la actual alcaldesa de Bogotá, Claudia López.

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