«El desarrollo del capitalismo en América Latina» (1977) es una obra pionera en cuanto a la interpretación global de la región.
Hice amistad con Agustín Cueva (1937-1992), el
sociólogo ecuatoriano de mayor reconocimiento en América Latina en su época,
cuando despegaba mis actividades como historiador. Si bien Agustín vivía en
México y era profesor en la UNAM, nuestro acercamiento creció porque pudimos
encontrarnos en diversos eventos académicos internacionales.
Tremendo e implacable crítico, Agustín sabía distinguir los espacios de debate
y, además, a quiénes responder o con quiénes discutir. Mantuvo una fuerte
polémica con profesores de la FLACSO (Quito) y sus concepciones sobre el
“populismo” y el “clientelismo”, un tema de moda, que mereció múltiples
estudios en América Latina, entre los que cabe destacar a Ernesto Laclau, un
defensor del populismo como expresión social, vinculado a las masas y
relacionado con el ascenso de las burguesías de la región frente a las
tradicionales oligarquías.
Agustín siempre se identificó como marxista y era un profundo conocedor del
tema, como puede advertirse en La teoría marxista. Categorías de base y
problemas actuales (1987). En Ecuador, su libro de mayor lectura y
repercusión durante años fue El proceso de dominación política en
Ecuador (1972, aunque antes tuvo una reducida edición impresa). La
primera parte estudia el desarrollo histórico del país durante la época
republicana, para entenderla, precisamente, como un proceso sujeto a la lucha
de clases. Agustín dio un paso adelante con respecto a las interpretaciones
marxistas que le antecedieron y que tuvieron una orientación más inclinada a la
política, entre las que destacaron textos de Pedro Saad Niyaim (1909-1982),
quien fue durante años secretario del Partido Comunista, y Manuel Agustín
Aguirre (1903-1992), quien fundó el Partido Socialista Revolucionario, fue
rector de la Universidad Central y demostró solidez en las interpretaciones
sobre la dialéctica de la historia ecuatoriana. En la segunda parte del libro,
Agustín estudia el fenómeno del “velasquismo”; y, aunque utiliza el término
“populismo” para describir ciertas facetas de José María Velasco Ibarra
(1893-1979), cinco veces presidente del Ecuador, no se quedó en ella, sino que
procuró explicar a esa figura política en los diversos contextos en los que
actuó. En una obra posterior, titulada Populismo (1992) y
escrita por varios autores, realicé el estudio introductorio y subrayé que el
“populismo” era simplemente una forma de hacer la política, abierta a cualquier
partido o movimiento, y que se trataba de un concepto cuya ambigüedad y
amplitud impedía comprender realidades estructurales y la compleja trama de la
lucha de clases.
La obra de Agustín coincidió con el despegue de las ciencias sociales
ecuatorianas, algo que fue común en diversos países latinoamericanos, de modo
que en la década de los 80 se hizo presente una nueva generación de estudiosos,
con una amplia producción académica y cuyos aportes son significativos hasta el
presente. A la ciencia social ecuatoriana distinguió su afinidad con la teoría
marxista y, por tanto, la fundamentación histórica que todos los investigadores
supieron dar a sus trabajos. El auge incluso fue acompañado por el
establecimiento de varias librerías, particularmente en Quito, que estuvieron a
la vanguardia en su oficio, proveyendo lo mejor de la literatura social que
llegaba de las más importantes editoriales latinoamericanas. Y masivamente se
acudió a los archivos, porque se comprendió bien que un pensamiento renovador,
que realmente descubra las realidades íntimas del país, no podía hacerse sin
acudir a fuentes originales.
Aunque Agustín no pudo ser en Ecuador un hombre de archivos, su genialidad
interpretativa y su rigurosidad investigativa continuaron demostrándose en
nuevas obras: El desarrollo del capitalismo en América Latina (1977),
fue premiada en México. Es una obra pionera en cuanto a la interpretación
global de la región. Al mismo tiempo, Agustín advirtió la llegada de los
“tiempos conservadores”, pues el Cono Sur sufrió las dictaduras militares
terroristas, imperaba la “era Reagan” y el neoliberalismo se expandió para
arrasar conquistas sociales e imponer los intereses de las altas burguesías.
Puede leerse al respecto su artículo “El viraje conservador: señas y
contraseñas”, en la obra colectiva América Latina en la derechización
de occidente (1987), así como dos libros que le siguieron: Las
democracias restringidas de América Latina (1988) y América
Latina en la frontera de los años 90 (1989).
El derrumbe del socialismo fue un golpe a las esperanzas por superar el
capitalismo. También afectó al marxismo, que dejó de ser el referente
fundamental de las ciencias sociales latinoamericanas. Agustín ya no estaba
cuando al iniciarse el siglo XXI una serie de gobiernos de la región definieron
el primer ciclo progresista. Gracias a sus políticas y orientaciones, también
pudo retomar espacio el marxismo e incluso renacieron los ideales por el
socialismo. Además, los presidentes Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en
Bolivia y Rafael Correa en Ecuador postularon el “socialismo del siglo XXI”.
Ya no existían las condiciones históricas del pasado, de modo que el marxismo
sirvió para repensar los procesos del presente y considerar la democracia y las
economías sociales como elementos para construir nuevas sociedades. Vivimos
esos momentos y los caminos ya no son unidireccionales sino múltiples. Hay un
marxismo enriquecido, que ha dejado atrás una serie de dogmas que se
consideraban inamovibles. Y la edificación del socialismo tampoco es un listado
de conquistas que se puede chequear en un escritorio administrativo, para saber
cuáles han avanzado y cuáles faltan.
El mundo de la actualidad ha alterado los ejes de la geopolítica porque China y
Rusia ahora compiten con los EE.UU. y con Europa en influencia y presencia
internacional. En América Latina es China la que más ha avanzado en relaciones
comerciales, inversiones y acercamiento con gobiernos. Nace un mundo multipolar
y pluricultural, en el cual América Latina encuentra inéditas oportunidades
para otro tipo de desarrollo económico, que supere definitivamente la vía
neoliberal, que tanto daño ha hecho a la región.
Blog del autor: Historia
y Presente
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