La reacción de quienes lo escuchan resulta, a veces, contraria a la esperada.

El presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, ha pronunciado más de una veintena de discursos ante los congresos o parlamentos de varios países de Europa y América, además de Australia, Israel y Corea del Sur, en un intento de recaudar apoyos de la comunidad internacional en la lucha contra Rusia. Sin embargo, sus intervenciones a veces provocaron un efecto contrario e indignación entre los políticos y la población de estas naciones.

Así fue el caso del mensaje dirigido el pasado 7 de abril por videoconferencia a los diputados del Consejo de los Helenos, que llevó a un escándalo porque cedió la palabra a dos miembros del batallón Azov de la Guardia Nacional, conocido por sus vínculos con la ultraderecha ucraniana. El ex primer ministro de Grecia y líder del partido Syriza, Alexis Tsipras, calificó estas inserciones de «provocación» y «vergüenza histórica» y afirmó que los neonazis «no pueden tener su palabra en el Parlamento».

El discurso fue boicoteado por los comunistas y los conservadores del partido Solución Griega.

Dos días antes Zelenski comparó los ataques selectivos de los rusos en Ucrania con los bombardeos de Guernica durante la Guerra Civil española, una metedura de pata que suscitó polémica en las Cortes Generales de España. Varios diputados recordaron la ilegalidad de los partidos de la oposición en Kiev y la «tolerancia a grupos nazis» presentes en las tropas. En Madrid, el mandatario del país eslavo fue boicoteado por varios diputados por las mismas razones que en Grecia.

A finales de marzo el discurso del líder ucraniano ante la Knéset de Israel tampoco encontró la complicidad de los políticos. Allí, los analistas tacharon de fracaso ese mensaje, mientras que algunos ministros y diputados terminaron indignados por la comparación del caso ucraniano con el Holocausto. El líder del Partido Sionista Religioso, Betsalel Smotrich, aseveró que los intentos de Zelenski de silenciar el papel de su pueblo en el genocidio de los judíos son «absurdos e incoherentes».

La intervención del presidente de Ucrania ante la Cámara de Diputados de Italia encontró un fuerte rechazo, compartido tanto por las facciones de izquierda como por la derecha. Además, la mayoría de los senadores se marcharon del hemiciclo para no escucharle porque están en contra del suministro de armas a Kiev.

En Austria, también a finales de marzo, el Parlamento directamente le negó la palabra al mandatario ucraniano apuntando a la neutralidad del país.

La búsqueda de obsequios (los armamentos y los combustibles gratis, cancelación de la deuda de Kiev, etc.), que es el objetivo principal de estas intervenciones, ya comienza a irritar a muchos en Occidente. Los hechos a los que hace referencias, como lo acontecido en la localidad de Bucha, al oeste de Kiev, suscita muchas dudas y cada vez hay más políticos que le hacen preguntas incómodas al líder ucraniano.