El gran desafío que tienen por delante es conseguir los votos de aquellos candidatos que quedaron fuera de la segunda vuelta.

El 16 de marzo comenzó la campaña de la segunda vuelta electoral en Ecuador, que se celebrará el próximo 11 de abril; mientras que el 21 de marzo se producirá un debate público en Guayaquil entre los candidatos que puede ser definitorio.

Andrés Arauz, candidato del partido Unión por la Esperanza (UNES), que aglutina al correísmo, obtuvo el 32 % de los votos en la primera vuelta, mientras que Guillermo Lasso, de Creando Oportunidades (CREO), alcanzó el 19 %, en medio de un empate técnico con el indigenista Yaku Pérez, que también rozó la misma cifra de manera sorpresiva. Después de más de un mes de espera, el 14 de marzo, el Consejo Nacional Electoral rechazó la impugnación de Yaku, quedando una diferencia de apenas 32.000 votos entre ambos.

De esta forma, la cantidad de votos que consiguieron Arauz y Lasso en la primera vuelta resulta tremendamente insuficiente para imponerse en el balotaje.

Es importante recordar que en las presidenciales de 2017, cuando el correísmo iba unido en torno al actual presidente, Lenín Moreno, este sacó en la primera vuelta el 39 % de los votos y el 51 % en la segunda. Mientras Guillermo Lasso, que también fue candidato en esa oportunidad, sacó el 28 % de los votos y en el balotaje llegó a 48,8 %, quedando a 2,5 % de la candidatura del correísmo.

En aquel momento, la fórmula apoyada por el entonces presidente Rafael Correa logró crecer 12 %, mientras que Lasso logró un incremento del 20 % de los votos. Es decir, el segundo tuvo mayor capacidad de reacción y de sumar mayor contingente de votantes entre quienes no votaron en la primera vuelta por ninguno de los dos.

Recuento de votos de la primera vuelta de las elecciones en Ecuador, Quito, 7 de febrero de 2021Santiago Arcos / Reuters

Ahora, en 2021, esta capacidad de crecimiento es clave, puesto que la votación de ambas tendencias disminuyó en la primera vuelta en comparación a 2017. Entre los dos candidatos sumaron 4,8 millones de votos, mientras que 5,7 millones de votantes no optaron por ninguno de los dos.

Como toda segunda vuelta, se deben privilegiar los votos indecisos o los que votaron por otras fórmulas por encima de los votos duros. Es decir, el gran desafío de ambos líderes políticos es conseguir los votos de los candidatos que quedaron fuera de la segunda vuelta.

Sin embargo, en esta ocasión un conjunto de hechos complican aún más el panorama electoral.

Por un lado, la alta votación de Yaku, del 19,3 %, así como la de Xavier Hervas, con 15,6 %, demuestran que se ha relajado la polarización en torno al correísmo y el anticorreísmo que se vivió en todas las elecciones desde 2006. La suma de los votos de ambos candidatos, que han quedado fuera del balotaje, supera la de Lasso y Arauz por separado.

Ante esta nueva situación, ¿qué estrategias van a implementar los candidatos? ¿cuáles serán sus objetivos y tácticas electorales para conseguir la victoria final?

Estrategias, tendencias y sectores sociales.

Por un lado, Andrés Arauz ha respirado profundamente una vez Yaku Pérez quedó fuera de la contienda. Parece lógico que los votantes de este último se alineen contra Guillermo Lasso, un candidato que presume su neoliberalismo y es enemigo histórico de los indígenas y de los sectores populares de la sierra, donde Yaku logró buena parte del asombroso 19 % que sacó en primera vuelta y que casi le permitió pasar a balotaje.

Por otra parte, ya Guillermo Lasso, apenas comenzada la campaña, se movió rápidamente a buscar los votos de Xavier Hervas, un político moderado del partido Izquierda Democrática que sorprendió en la primera vuelta después que supo dirigir su mensaje a los jóvenes urbanos, utilizando las redes, especialmente Tik Tok.

En este sentido, Lasso abrió una cuenta en Tik Tok y en pocas horas logró 100.000 seguidores, gracias a un video en el que baila ‘Bad’, una famosa canción de Michael Jakson.

Hay un dato electoralmente apetitoso: la mitad del electorado ecuatoriano tiene menos de 30 años. Pero ninguno de los dos candidatos tiene la certeza de poder conseguir los votantes de estos sectores, jóvenes e indígenas, que no les votaron en la primera vuelta.

Lasso está cambiando la actitud ideológicamente agresiva y tercamente vertical que mostró en primera vuelta, y en elecciones anteriores, por una mucho más horizontal y equilibrada con la gente. Se ha bajado de las altas tarimas y se sienta en mesas redondas con jóvenes y mujeres indígenas. No obstante, estos sectores son muy difíciles de engañar y es posible que la imagen desgastada y vetusta de este candidato termine viéndose muy forzada en su nueva estética y discurso y termine siendo ridiculizada cuando ingresa en redes como Tik Tok. Es difícil que el marketing permita cambiarle su archiconocido rostro, de banquero y viejo político conservador.

Pero Arauz no lo tiene tampoco fácil con el sector indígena, que le podría aportar los votos que necesita. Si este sector no le votó en primera vuelta es porque no tiene una buena experiencia con el correísmo, sino más bien una posición de adversidad con algunas medidas y posturas del expresidente Rafael Correa. Entonces, Arauz debe intentar producir un discurso que no se vea restauracionista, en relación a ‘desempolvar’ el estilo de Correa, lo que puede restarle fuerza hacia el voto duro correísta, que es muy fuerte en los sectores urbanos populares, especialmente en la costa.

El principal objetivo de Arauz es desplazar la polarización en torno al correísmo y posicionar una contra el neoliberalismo, ampliamente defendido por su contendor. Esto le permitiría conquistar el voto indígena, campesino y popular que no le ha votado en la primera vuelta.

Pero esta operación política presenta una dificultad.

El elemento que más complica este giro es el actual presidente, Lenín Moreno. Si la experiencia del correísmo con Moreno no hubiera sido tan negativa políticamente, el ejercicio de bajar la relevancia política del expresidente Correa para conquistar los sectores donde produce cierto malestar sería mucho más fácil (como exitosamente logró en Bolivia el candidato Luis Arce con el líder histórico Evo Morales). Pero ahora, cualquier descortesía con el expresidente puede ser vista por las bases del correísmo como una nueva traición. No hablamos del grueso del voto correísta pero, con un final tan cerrado como el que se espera, uno o dos puntos pueden hacer la diferencia definitiva.

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Arauz deberá entonces sellar su lealtad, de alguna manera, con el líder histórico para generar la confianza en el embaucado electorado que votó por Moreno en 2017 pero no quiere repetir tan infausta experiencia, pero sin darle un protagonismo a aquel debido a que esto puede impedirle hacer puentes, tanto con los sectores que se han apartado del correísmo como con los nuevos votantes que rechazan los discursos de restauración de la vieja política y que no hacen parte de la diatriba en torno al expresidente.

También debe tomar en cuenta que ser un candidato de 35 años frente a los 65 de Lasso no le lleva automáticamente a captar el voto joven, especialmente si el segundo, como parece, tiene mucho más dinero para invertir en publicidad en las redes sociales.

Deberá entonces poner más carne en el asador y hacer ofertas concretas tanto a jóvenes como a indígenas.

Veremos, sin duda, una campaña muy movida, de desplazamientos discursivos, de constantes cambios tácticos y estaremos pendientes de cada uno de ellos.

Ociel Alí López

Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.