Por Betzabeth Aldana Vivas}

La aplicación de bloqueos, “sanciones”, congelación de activos y el impedimento de negociar en los mercados internacionales son algunas de las maniobras de presión empleadas por las administraciones de Estados Unidos para lograr objetivos políticos.

En este sentido, es bien sabido lo dependiente que es la industria petrolera, en general, pero particularmente en Venezuela, de las finanzas y el comercio internacional. Estados Unidos, aprovechando el uso del dólar de manera sistemática para controlar las finanzas mundiales, aplica la imposición de “sanciones” a diestra y siniestra contra nuestro país, afectando notablemente la producción y exportación de petróleo.

Gráficos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) sobre la producción de petróleo venezolano 2000–2019 y la exportación de petróleo venezolano 2017–2019

Con base a esto, se ha mantenido en la arena mediática, de la mano de voceros de oposición al gobierno venezolano, la cómoda narrativa de atribuir la disminución de la producción petrolera en Venezuela sólo a la gestión pública, ignorando las implicaciones reales de las sanciones unilaterales al sector.

En innumerables ocasiones, desde esta tribuna, se ha explicado tendidamente cada una de las consecuencias económicas de la referida coerción al Estado venezolano. Sin embargo, en este segmento, el enfoque se centra sobre una inquietud en torno a la promoción en la que nos han envuelto desde la década de 1970: forzar un récord extremo de producción petrolera.

Los distintos emisarios repiten frases como “la una vez orgullosa potencia petrolera” o “la producción retrocede a cifras de hace 100 años”, o como refieren el economista José Toro Hardy y el catedrático Francisco Monaldi en Twitter, al comparar las cifras actuales con las registradas en 1929 y 1934, respectivamente.

Ante tanto simplismo y falsos lamentos, Juan Pablo Pérez Alfonzo, con su vigencia actual, es el que asoma distintas consideraciones en torno a la producción petrolera venezolana en particular y a la producción nacional en general.

Desarticulación de la agricultura: actividad crucial para la seguridad de la Nación

El petróleo, desde el siglo XX, ha sido el principal generador de ingresos en divisas extranjeras, así como ha absorbido una amplia proporción de inversiones foráneas en el país. Una economía basada en este recurso es sumamente vulnerable.

Pérez Alfonzo, en su obra Hundiéndonos en el excremento del diablo explica con detalle la dinámica de ingresos petroleros en el periodo de 1917 a 1935, pues es en 1917 que salieron los primeros embarques desde Zulia hacia el exterior, y en 1935 es cuando culmina la dictadura de Juan Vicente Gómez.

A continuación algunas claves al respecto:

  • Las transnacionales extrajeron de los yacimientos venezolanos 1 mil 148 millones de barriles de crudo, que, con los bajísimos precios del momento, se recaudó 1 mil 199 millones de dólares. De ese total, Venezuela recibió únicamente 90 millones de dólares, es decir, sólo el 8%.
  • Ese 8%, empezaba a mostrar indiscutiblemente la distorsión en las actividades económicas de Venezuela, y así, las dinámicas de la sociedad. Por ello, desde 1936, las actividades propias, como la agricultura, empezaban a desarticularse y a decaer. El abandono del campo llevó a extrema desigualdades.
  • Desde 1928, Venezuela era el primer exportador mundial de petróleo hasta 1970, ¿pero a cuenta de qué? ¿Un primer lugar que benefició a la mayorías y al aparato productivo en qué?

Pérez Alfonzo subraya que desde 1970 nos abrumaron con el récord de la producción, registrando un poco más de 3,7 millones de b/d, que, a su juicio, forzó los yacimientos y dificultó, aún más, la tan añorada “siembra petrolera”, afectando los intereses a largo alcance del país.

Para esa época, realmente, lo urgente era la cuestión de los precios, que sólo favorecían a las transnacionales; en palabras de Alberto Adriani, se concluía que la estructura industrial de Venezuela es, desde el punto de vista económico, una industria extranjera enclavada en nuestro territorio, y “el país no obtiene ventajas con las cuales podamos estar jubilosos”.

Por supuesto, Pérez Alfonzo nunca contempló un escenario de medidas coercitivas unilaterales y embargo por parte de Estados Unidos, ni una baja de producción a las magnitudes presentes producto de éstas, pero sí planteaba que la reducción significativa de la producción debía ser considerada como uno de los hechos más positivos para el progreso de Venezuela, porque obligaría al aparato estatal a implementar las bases firmes para un desarrollo económico independiente y a reactivar otras alternativas económicas.

Incluso, explica que elevó la propuesta de reducción de producción sosteniendo que era lo más conveniente para los intereses nacionales, y que de haberse implementado esa política en aquellos tiempos, en reemplazo de esa preferencia por asumir un récord extremo en producción, las alarmas por la codicia de absorber la renta no serían tan intensas como lo son hoy y las consecuencias económicas no serían tan letales.

Fragmento de ‘Hundiéndonos en el excremento del diablo’ de Juan Pablo Pérez Alfonzo

Tomando las premisas de Pérez Alfonzo, no se pretende insinuar una vida sin petróleo, ni este insigne diplomático planteaba algo así. Además, que la disminución en la producción en Venezuela no es voluntaria: es consecuencia del asedio impuesto por Estados Unidos.

Sólo se intenta exponer la propuesta o rescate de sus ideas, que siguen vigentes hoy en medio de esta guerra multiforme, ya que buscaba que se hiciera posible fijar un techo al ingreso de divisas petroleras con el fin de desarrollar progresivamente otros sectores económicos, “reduciendo la perniciosa dependencia del petróleo”; en definitiva, una economía petrolera mucho más sana.

El escritor Eduardo Olier señala que la economía se convirtió en armamento de defensa y ataque; en ese escenario estamos inmersos.

El gobierno venezolano tiene precisada esta trama desde hace mucho. El reimpulso de la importante Gran Misión AgroVenezuela, la exportación de ganado bovino y la creación de la Ley Constitucional de carácter especial contra el bloqueo y las sanciones criminales de Estados Unidos, son algunas de las maniobras titánicas de contención a los efectos más despiadados de las “sanciones” sobre la población venezolana.

Así que esos falsos sollozos y alarmistas de los portavoces de la oposición sobre la producción petrolera, son simplemente una pose sin sustento.

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