Grand Corps Malade y Mehdi Idir denuncian en Los profesores de Saint-Denis el clasismo en el sistema educativo francés. Protagonizada por jóvenes de este suburbio parisino, está inspirada en la propia experiencia de los cineastas.

El suburbio de Saint Denis, al noroeste de París, uno de los barrios más multiculturales de Europa, vive desde hace muchos años acosado por el desempleo y la brutalidad policial, es uno de los departamentos franceses con mayor cantidad de crímenes y hoy se ha convertido en una de las regiones francesas con las más altas tasas de mortalidad por coronavirus. Allí se criaron y se conocieron Fabien Marsaud, alias Grand Corps Malade, y Mehdi Idir, y con historias de allí hacen sus películas. Los profesores de Saint Denis es su nuevo largometraje.

Esta pareja, un poeta de slam y rapero y un bailarín de hip-hop que debutaron en el cine con Patients, ha vuelto a recoger el aplauso del público francés con su segunda película, un retrato de la realidad en los institutos de los barrios pobres parisinos, que ellos califican como «el gran fracaso de la democracia». La afición al cine de Mehdi Idir, que nació con una cámara robada por su padre, y el deseo de ambos de ayudar a sus vecinos están tras esta película. Los directores, tras el rodaje, han encontrado talleres y pequeños trabajos en el teatro para los jóvenes del barrio que han interpretado a las chicas y chicos del instituto.

Estrenada en cines en Francia, la película llega a España primero online este viernes a la plataforma Sala Virtual de Cine. Mientras su película se recibe aquí, Fabien Marsaud ha lanzado en su país un poema musical, Effets secondaires con la ayuda del compositor Mosimann y el productor Rachid Kallouche. Lo que se recaude con este poema homenaje a los sanitarios y cuidadores se destinará a los hospitales Delafontaine en Saint-Denis y al François Quesnay en Mantes-la Jolie. Los aplausos de los franceses a las 8 de la tarde dedicados a los sanitarios abren este tema, que describe la vida cotidiana desde el comienzo del confinamiento. «Entre los gritos de los niños y el trabajo escolar / Entre máscaras y guantes mientras la naturaleza hace su ley reanudando sus derechos / vengando nuestra arrogancia y nuestro desprecio».

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«Es como si la vida de los pobres no tuviera ningún valor», dijo recientemente a la BBC el sociólogo Hamza Esmili, investigador y profesor de la Universidad de París VIII, especializado en radicalización y la marginalidad urbana. La película Los profesores de Saint Denis corrobora en cierto modo estas palabras y sus autores las comparten. «Los chicos de estos barrios tienen plena conciencia de que los políticos les han olvidado».

Su película ha tenido un gran éxito de público en los cines franceses, ¿eso refleja de algún modo la preocupación del país por el sistema educativo?

Podría ser. Todos sabemos que no hemos encontrado un buen sistema educativo. En educación, todos los países fallan y en todos es una cuestión primordial. En Francia el problema es que la educación tiene dos velocidades, la de los barrios ricos y la de los pobres. Y los años pasan y los políticos nos buscan las soluciones para que progrese la educación en los barrios pobres. En la película hay un plano secuencia del personaje del joven Yanis llegando al instituto, se va viendo el barrio y así comprendes por qué éste es determinante en la vida de estos chicos.

Al final, como todo lo demás ¿la educación es también una cuestión de dinero?

Siempre y en todo, ese es el gran problema. La pobreza desencadena todos los demás problemas. El problema del que viene de un barrio marginal es que todo en su vida es miseria. No hay que echar más que un vistazo a un barrio así y ver que la pobreza es el principal problema. Preguntamos a quienes trabajan en educación qué los ha marcado más. No es violencia, es la miseria de muchas familias del barrio. 

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¿Responsabilidad de una democracia imperfecta?

Por supuesto. Estos chicos viven convencidos de que la democracia les ha olvidado, hay una frustración permanente en ellos. Tienen plena conciencia de que los políticos les han olvidado. Es un gran fracaso de la democracia. De hecho, el sistema educativo es el gran fracaso de la democracia.

¿Es, entonces, una victoria del capitalismo radical?

Sí. En esta sociedad primero está el capitalismo y luego lo demás, la educación, la sanidad. Hay muchos profesores de buena fe que intentan remediar la situación de pobreza de sus alumnos, pero la mirada hay que ponerla mucho más allá, hay que cambiar el sistema.

¿La película recoge su experiencia personal?

Casi todo lo que se cuenta en la película es verdad y lo hemos vivido. Son cosas que me pasaron a mí, otras que le pasaron a Mehdi Idir, a amigos nuestros. Todo le ha ocurrido realmente a alguien conocido.

Y ¿por qué es tan importante para ustedes la época del instituto?

Es cuando nos pasan más cosas. Entre los once y los quince años es cuando decides si quieres ser un buen alumno o te convierte en un fracaso escolar. Además es la época de mayor desarrollo, la adolescencia, un tiempo en el crecimiento humano muy importante. Son chicos que, por la edad que tienen, están en ese momento en que quieren demostrar cosas a los demás.

¿Las chicas y los chicos son todos actores no profesionales?

Son todos no profesionales. Hicimos un casting salvaje por el barrio, a las salidas de los institutos. Ellos aportaron cosas personales a los diálogos. Teníamos un guion muy estricto que les hicimos memorizar, pero luego les dijimos que utilizaran sus propias palabras. Una de nuestras prioridades era integrar a los habitantes del lugar donde filmamos, Francs-Moisins, en Saint-Denis. Cogimos a más de 200 personas, incluidos unos 100 chicos, que no hacen nada con su tiempo de vacaciones de verano. Tres de los cinco protagonistas son del barrio, lo mismo que todos los extras

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