Los elevados índices de mortalidad registrados en la capital, problemas administrativos y de descoordinación de los servicios y las dudas de los familiares al elegir la empresa ayudan a entender el colapso de algunas funerarias.

Miembros de los servicios funerarios trasladan los restos mortales de la mujer fallecida en su piso del barrio de Son Cladera, en Palma. – EFE

MANUEL TAPIA ZAMORANO

Muchas de las empresas funerarias que operan en la Comunidad de Madrid se han visto superadas en las últimas semanas por la acumulación diaria de fallecidos por el coronavirus. Imágenes dramáticas de tanatorios como el de Móstoles, donde los féretros se tenían que apilar en el aparcamiento o en camiones frigoríficos, o testimonios de familiares obligados a esperar hasta dos días para que se llevaran los cadáveres del domicilio, reflejan la dureza con la que la COVID-19 ha castigado a los madrileños.

A pesar de haber reforzado las plantillas con trabajadores de otras provincias y de intensificar la actividad al máximo, estas empresas funerarias no han dado abasto para prestar los servicios demandados en una región en la que, hasta este viernes, se habían diagnosticado 34.188 casos y 4.483 muertos.

La Comunidad, que acumula 405 casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes, está a la cabeza de los índices de mortalidad del coronavirus, seguida de Cataluña (2.335 fallecimientos), Castilla-La Mancha (916) y Castilla y León (786).

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¿Existen datos objetivos que ayuden a entender la saturación de los servicios funerarios en Madrid? ¿Ha existido descoordinación entre las autoridades sanitarias y las empresas prestatarias del servicio? ¿En qué medida los complicados trámites administrativos y la resolución de los expedientes por fallecimiento han contribuido a los retrasos generados?

En la capital madrileña operan cinco empresas, de las que solo una, Servicios Funerarios de Madrid (SFM), es pública. Tiene en plantilla a 500 trabajadores y gestiona 14 cementerios municipales, entre ellos el de Nuestra Señora de La Almudena, así como el Tanatorio de la M-30 y el Tanatorio Sur.

Fuentes de la compañía explicaron a este diario que habitualmente tardan una media de dos horas en acudir al domicilio para hacerse cargo de los cadáveres, pero con la crisis de coronavirus y la elevada mortalidad que se registra en Madrid los tiempos de recogida han aumentado hasta las ocho o diez horas de media.

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Capacidad logística

La capacidad logística y de instalaciones de SFM no son las de sus competidoras, por lo que los tiempos de respuesta no son los mismos. Además, las familias disponen de libertad a la hora de elegir el lugar del entierro o incineración (ya sea en Madrid o fuera de la Comunidad) o de contratar los servicios de la empresa que consideren oportuna, lo que hace que los trámites y los tiempos de espera sean diferentes en cada caso.

El vicepresidente primero de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef), Juan José López Vivas, cree que en el caso de Móstoles, una de las zonas con mayor número de fallecimientos por coronavirus de la Comunidad de Madrid, esos elevados índices han hecho que el tanatorio de la localidad esté al límite de sus posibilidades.

El representante de Panasef, organización que representa al 75 por ciento de las empresas del sector, explica que en Madrid hay servicios funerarios más o menos saturados, «pero ahí no podemos hacer nada porque los usuarios son libres de elegir el destino final del familiar o la funeraria que quiere que haga el servicio».

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López Vivas reconoció que el caso de la ciudad de Madrid es excepcional porque lleva más de una semana registrando más de 300 defunciones diarias, con picos de hasta 359 muertos, lo que ha provocado el colapso de muchos servicios funerarios. «En nueve días», apostilló, «se han producido más defunciones que las que se contabilizan en un mes».

Destacó que este pasado miércoles fue el primer día en que se bajó de la barrera de 300 muertos (295 casos) y se mostró confiado en que si sigue bajando el número pronto se pueda estabilizar el servicio. «Nosotros», puntualizó, «no hemos escatimado en medios personales ni humanos y, aunque a Madrid se ha desplazado personal de otras zonas de España, es muy difícil trabajar en una situación en la que se ha multiplicado por seis el volumen de defunciones en España y llevamos diez días con más de 300 defunciones al día, no solo de coronavirus, en la ciudad de Madrid».

Gestión de las morgues

López Vivas se quejó, por otra parte, de una cierta descoordinación entre las autoridades sanitarias y la Unidad Militar de Emergencias (UME), sobre todo en la gestión de las morgues del Palacio de Hielo y la Ciudad de la Justicia, y de no contar lo suficiente con la patronal de las empresas funerarias a la hora de diseñar los servicios.

Un coche fúnebre a las puertas del Palacio de Hielo, el centro comercial con pista de patinaje situado en Madrid, que ha sido habilitado como morgue para albergar los restos de personas fallecidas con coronavirus ante la saturación de las empresas funerarias, que impide enterrar a los difuntos en el plazo establecido. EFE/ Kiko Huesca

Otro elemento que, a su juicio, ha contribuido a generar retrasos ha sido la falta de personal en los registros civiles, carencia que ha hecho imposible durante algunos días que se resolvieran a diario todos los expedientes administrativos abiertos por fallecimientos.

«A pesar de todo, no estamos colapsados, porque seguimos desarrollando el trabajo y, a poco que baje la cifra de muertes, llegaremos a estabilizar el servicio», insistió.

Finalmente, el responsable de Panasef lamentó el tratamiento mediático que se ha dado a la subida de tarifas que han aplicado en estas fechas algunas empresas funerarias.

«Nosotros no variamos los precios nunca y durante todo el año nuestras tarifas son las mismas, como está ocurriendo en esta pandemia. Puede haber habido algún exceso, cinco o seis casos, como lo ha habido con las mascarillas, los respiradores y en los supermercados, pero no se puede acusar al sector de lo que hayan hecho algunos de forma aislada. Eso nos duele«, concluyó.