Por novelista macondiano
Para que se distraigan un poco al iniciarse 2020, ahí seguimos con la historia de Uniciencia-Macondo.
Ya habíamos comenzado la historia del personaje, mejor dicho, del “genio” Gonzalo Téllez Iregui, genio en desinformación, disociación, calumnias, injurias, conspiraciones y persecuciones a todo el que ose enfrentársele o simplemente contradecirlo o decirle que no. Pero eso sí, cuando se trata de su hijito Gonzalito el asunto es de pura guerra a todo nivel y tipo de medios.
Este personaje principal de mi novela macondiana es en realidad sorprendente, que solamente se produce en las tierras colombianas con su realismo mágico, con su doble cara en que los malos aparecen como buenos, donde los políticos se distinguen por todo tipo de vicios, donde la clase empresarial es egoísta a morir.
Bueno, pero quien es el “genio” de la maldad, el señor Gonzalo Téllez Iregui, “genio” adorado por los Gutiérrez, sus compinches y adoradores; por una señora Bertha García y su socio en picardías, el ex estudiante expulsado de Uniciencia Bucaramanga, Guillem Solo, quien también considera al corporado fundador, así siempre se llama a este “genio” de Téllez, el súmmum de la sabiduría, el hombre providencial, el salvador del mundo. Yo también lo diría, si me pagan para atacar a otros, yo me puedo esconder y nadie sabe nada. Ingenuo el “genio”, todo se sabe en este mundo. Todos saben que el “genio” utiliza a Solo en todas sus diabluras, por ejemplo, para atacar, calumniar e injuriar al Diego Otero.
El “genio” no es tan genio porque todo el mundo sabe, adentro y afuera de Uniciencia quien es Gonzalo Téllez. Y lo mismo ocurre con sus adoradores, los Gutiérrez, también expertos en conspiraciones, mentiras, calumnias e injurias, todos saben quiénes son ellos.
Bueno, me estoy alejando de contar más sobre los dos Téllez, el papa y el hijito.
El profesor Gonzalo Téllez Iregui, según su CvLAC se graduó de médico veterinario en la Universidad Nacional de Colombia en 1977 e hizo estudios de maestría/magister en Dirección Universitaria de 1988 a 1993 en la Universidad de los Andes y de doctorado en Estudios Políticos de enero 2006 mayo 2016 en la Universidad Externado. Como se ve, bastante tarde hizo sus estudios de doctorado y se demoró diez años en terminarlo. No estuvo en el exterior y por eso no sabe hablar ni escribir bien en idiomas extranjeros. Hecho interesante, solamente hasta 2016, después de muchos años, obtuvo un título de doctorado y nos cuentan los chismosos que siempre se jactaba de tener doctorado mucho antes, sacaba pecho y hasta daba a entender que había estudiado en Francia. Un verdadero farsante, un sepulcro blanqueado.
Trabajó en el Instituto Técnico Agrícola de Paipa de mayo de 1978 a octubre de 1979, luego fue profesional del Ministerio de Educación Nacional de noviembre de 1979 a noviembre de 1983 y profesor de la Universidad Abierta y a Distancia de diciembre de 1983 a septiembre de 1993. De diciembre de 1993 a la fecha ha sido profesor de la Universidad Nacional sede de Bogotá. No ha ocupado ningún cargo importante fuera de ser decano de Facultad, pero su nombramiento fue demandado. Aparece como doctor honoris causa en Ciencias Empresariales de Uniciencia en 2001. Fíjense en Ciencias Empresariales, ¿pero qué experiencia o conocimiento tenía en estos temas? Se dice que él y otros corporados se dieron asimismo este título de doctor honoris causa, es decir, todos fueron juez y parte, que bonito y que irresponsables. Desde muy temprano comenzaron, él y sus amigos, a mostrar sus dotes de aprovechados, como ven.
Una hoja de vida interesante pero no muy brillante, es la de un burócrata que toda su vida ha sido profesor universitario, dedicado a la cátedra, a tutorías, participar en eventos, realizar investigaciones, escribir artículos y producir libros con otros profesores producto de investigaciones.
Qué diferencia con la de su enemigo jurado, a quien odia a muerte, que tiene una hoja de vida brillante, de altos cargos en los sectores público y privado. El CvLAC de Otero se puede ver en internet. Es un Ingeniero Electricista con estudios de maestría en economía de la Universidad de los Andes, maestría y candidato a doctorado en economía de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, una de las mejores universidades del mundo. Ha sido profesor universitario e investigador de la Universidad de los Andes, de la Nacional, de la Javeriana, del Rosario, de la Gran Colombia y de Uniciencia.
Fue diplomático en la Organización Latinoamericana de Energía Olade en Quito. Autor de 14 libros y muchos artículos e investigaciones. Presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Eléctricos, Mecánicos y Ramas Afines-ACIEM, asesor de gobiernos internacionales en toda Latinoamérica y el Caribe en temas energéticos y económicos. Subjefe y Jefe del Departamento Nacional de Planeación encargado, Viceministro y Ministro encargado del Ministerio de Minas y Energía, gerente del Instituto Colombiano de Energía Eléctrica ICEL, miembro de más de 40 juntas directivas de empresas públicas y privadas. Miembro de la Academia de Ciencias Económicas-ACCE y presidente de la Asociación Colombiana de Economía Crítica-Acecri. Conoce bien el inglés y el francés y lee el italiano. Ha sido un gran viajero, conoce más de 40 países.
De ahí que el “genio” Téllez no le va ni por los rines al odiado Otero. Es tal su rabia contra Otero que se ha dedicado a desconocer sus títulos y a tratar de enlodarlo y ha utilizado a un maniático, el señor Guillem Solo, expulsado de la seccional de Uniciencia Bucaramanga, para que se dedique a atacarlo por videos y a acusarlo de todo. Y, últimamente, el inepto del rector Diego Tamayo, también está utilizando a este Solo para que haga el trabajo sucio contra el exrector. Y pensar que solamente hasta 2016 terminó su doctorado y ya venía atacando a Otero por los títulos. Qué descarado y cínico.
Hecho curioso, no muestra el profesor Téllez en su curriculum vitae su paso breve por Unisur. El papá Téllez, conspiró contra el rector de Unisur en 1993, según crónica del El Tiempo del 25 de octubre de 1993, como es su costumbre, la de causar conflictos y sabotear a los que no le gustan, o sea, que es un vicio viejo de este temible profesor.
Dice la crónica de El Tiempo: “La visita que hizo el ICFES fue solicitada por la ministra de Educación Superior, Maruja Pachón de Villamizar, luego de varias denuncias de los estudiantes, profesores y el decano de la Facultad de Ciencias Agrarias, Gonzalo Téllez”.
“El ICFES identificó una crisis estructural y un conflicto entre el rector Jaime Cardona Orozco, y Téllez Iregui, hechos que han afectado su correcto funcionamiento”.
Parece, que en 1992 se reunió con once personas para constituir una corporación universitaria que se llamó Corporación universitaria de Ciencia y Desarrollo-Uniciencia, que en 1992 logró la aprobación del Ministerio de Educación para operar. Nadie de los fundadores tenía experiencia en educación, excepto el “genio” fundador Gonzalo Téllez, de ahí que gozara del servilismo de algunos de esos fundadores, como los ignorantes e ineptos, e igualmente disociadores como su jefe, Jorge Gutiérrez Rendón, papá, y Jorge Gutiérrez Mera, hijo.
Pero desde el comienzo hubo problemas con algunos de los fundadores. Uno de ellos fue sacado por asuntos de plata, porque supuestamente no había dado los aportes requeridos. Él no se quedó callado y hasta 2019 demandaba que le restituyeran sus derechos porque alegaba que él había contribuido con los estudios de factibilidad. Con esos señores terribles de los Gutiérrez y Téllez todo es posible. El hecho cierto es que lo sacaron. O sea, desde un comienzo comenzaron los problemas entre los fundadores. Ese es el estilo de los Téllez-Gutiérrez, tirarse a los demás, quedarse cada vez más solos para dominar a Uniciencia.
Pronto se fueron conformando dos bandos. El primero estaba integrado por Gonzalo Téllez Iregui, Jorge Gutiérrez Mera, Jorge Gutiérrez Rendón, Bertha García, Álvaro Fernández y Gladys Galindo. En el segundo estaban Humberto Valencia, Carlos Julio Gaitán, Oswaldo Enciso, Carlos Julio Duarte y Gabriel Pérez. Aquí, me dijo un informante corporado, es bueno comentar que la corporada Bertha García traicionó, bueno esto es moneda corriente en Uniciencia, es su cultura en Bogotá y Bucaramanga, si no que lo diga el exrector Otero con Bucaramanga, con algunos funcionarios y funcionarias terribles en la lambonería y deslealtad, continúo, le dio la cuchillada por la espalda al buenazo de Carlos Julio Gaitán, quien se la había llevado a trabajar con él en el consulado de Nueva York. Pero antes la había tenido como asesora suya en el congreso cuando Gaitán fue representante. Y apenas se conformó Uniciencia, en 1993 le dio el zarpazo y desde esa época su adoración es para el temible Gonzalo Téllez, lo adora, siempre le da el poder para que la reemplace cuando no puede asistir a la asamblea o a los consejo superior y académico. Esta señora no piensa, no tiene seso para ello, piensa el profesor por ella. Como ven esto es Macondiano.
Igualmente, los Gutiérrez desde el comienzo se aliaron con el profesor de 40 años, gran investigador como él se hace propaganda, y corporado fundador como siempre lo menciona, aunque algunos dicen que más bien deberá llamarse corporado destructor. Entonces quedaron seis contra cinco y desde un comienzo el grupo mayoritario dirigido por Téllez fue implacable, perseguía a los otros cinco fundadores. Él tiene la idea que la mayoría es para destruir a la minoría, no tiene contemplaciones de ninguna especie. No negocia, no cede en nada, a los rivales hay que destruirlos. Esa es su bandera y siempre la ha aplicado, y lo puede hacer porque casi siempre ha tenido a cinco seguidores fieles. Todo el mundo me lo ha confirmado, los Gutiérrez y Bertha García creen ciegamente en el “genio” del siglo XXI. Y, desafortunadamente, durante mucho tiempo Álvaro Fernández y Gladys Galindo han caído en el juego del profesor fundador.
En esa cultura de traiciones, deslealtades, desinformación, disociación, calumnias, odios, resentimientos, juegos sucios y mentiras, son especialistas los Téllez, papá e hijo, y los Gutiérrez, y es lo que no ha dejado que Uniciencia funcione bien. Y esa cultura permea toda la institución, allí no se puede confiar en nada. Nadie está seguro de nada, y en esa cultura ganan los malos, como se dice, en este caso estos señores y ya a partir de 2014 se les une el politiquero Gerardo Tamayo. Es que Macondo-Uniciencia es puro realismo mágico.
Como lo relaté en capítulo anterior, en 1993 o antes se conformó Uniciencia y comenzó la operación de Uniciencia Bogotá en 1996. Inicialmente fueron doce fundadores, pero a uno de ellos se le sacó con jugaditas sucias propias del Téllez y quedaron once, los siguientes:
Gonzalo Téllez, Jorge Gutiérrez Rendón, Jorge Gutiérrez Mora, Bertha García, Gladys Galindo, Álvaro Fernández, Humberto Valencia, Carlos Julio Gaitán, Juli César Duarte, Oswaldo Enciso y Gabriel Pérez.
La resolución aprobando la creación de Uniciencia se dio en 1992 al corporado Oswaldo Enciso que aparecía como el representante legal.
El primer rector de 1992 a 1998 fue Oswaldo Enciso, después fue Gabriel Pérez de 1998 a 2001; luego Humberto Valencia de 2001 a 2002; siguieron dos años de otro rector externo; posteriormente, Gladys Galindo de 2005 a octubre de 2012, para la historia de Uniciencia Bogotá, hasta que llegaron los de Corciencia Bucaramanga en 2012, que es otra historia para contarla más tarde, en otro capítulo. Hubo un corto lapso en que fue rector el paisa Darío Abad, que en paz descanse, en el año 2006 creo.
En 1999 tuvieron la buena idea de crear seccionales fuera de Bogotá, lo que ocurrió en Pasto, Montería, Medellín, Sabaneta, Cali y Bucaramanga. Era un negocio redondo porque cobraban una tarifa por hacer el convenio y luego un pago de 10,0% a 12,0% de los ingresos brutos recolectados por valor de las inscripciones. Un negocio redondo sin hacer nada, que todavía aplica Uniciencia como se hace en otras universidades en el país, sin que el Ministerio de Educación haga algo. Esto es pura mercantilización, negocio redondo para los dueños o fundadores de estas instituciones. Acuérdense lectores, este es el país del Sagrado Corazón de Jesús, el país de la corrupción, de los políticos clientelistas y corruptos.
Me cuentan que todas estas transacciones las hizo el rector Gabriel Pérez a quien acusan que se quedó con las comisiones por llevar a cabo estos convenios. El convenio era muy sencillo. Usted en Cali hace toda la inversión en infraestructura, el trabajo de lograr aprobar los registros de programas con el ministerio, en fin, usted asume todos los gastos, y sobre el total de los ingresos recibidos por matrículas, nos da el 10,0% ó 12%. Un verdadero negocio, uno de los de más rentabilidad, sin poner un centavo de inversión.
Así fue como se constituyeron las secciones de Uniciencia, pero infortunadamente estos fundadores eran muy ineptos. Colocaron de coordinador de extensiones o seccionales en Bogotá a un odontólogo que nunca había trabajado, o muy poco, llamado Jorge Gutiérrez Mera, llamado tesorito por papá Téllez o Giorginio por Gonzalito, el hijo del genio.
Tesorito fue un fiasco, como siempre lo ha sido, nunca iba a trabajar, no controló nada, no ayudaba en nada a las seccionales. Estas crecieron al comienzo, pero viendo que el centro no servía para nada decidieron independizarse, quedando solamente con el tiempo las de Bucaramanga y Montería. Fue un desastre de tesorito, un verdadero inepto.
Los excedentes eran mínimos, Uniciencia Bogotá siempre anduvo en dificultades financieras hasta que llegaron los de Bucaramanga a salvarla, y ahí fue el grande error de los señores de esta seccional, unirse a estos señores tan complicados y jodidos como se dice en mi tierra, pero ellos no tenían idea exacta de quienes eran estos terribles hombres de Bogotá y no se preocuparon por investigarlos. Los pobres ambiciosos de Bogotá no recibían más de millón y medio de pesos por mes.
Mis informantes externos e internos de Uniciencia me pasaron unas cifras que hablan de que, en este segundo semestre de 2019, los Gutiérrez reciben 37 millones de pesos por mes, los Tamayo 31 millones y los Téllez 21 millones de pesos, todo por los excedentes de Bucaramanga, de un manejo que ellos nunca tuvieron nada que ver, sino que fue obra de la administración de los socios de Bucaramanga. Lo que nunca en su vida habían logrado estos ineptos, ahora sí lo pudieron obtener con las intrigas y acciones malévolas, y con la connivencia del Ministerio de Educación. Están felices y dicen quienes los conocen y están al tanto, que no están contentos, que quieren más. Pobre país, qué corrupción.
Entonces, Gabriel Pérez, necesitado de recursos, decidió vender su participación al rector Pedro López de Uniciencia Cali. Se hizo el cambio legal en la asamblea, pero resulta que el señor de Cali resultó picarongo y no le pagó. Entonces vino el conflicto del puesto de Gabriel Pérez, este reclamó que le restituyeran su posición y lo mismo el señor de Cali reclamando el puesto. No está claro lo que me cuentan, pero los astutos de los Téllez y su banda se negaron, quedando el total de asambleístas en diez, uno menos para poder repartir más plata en menos personas, y además deshaciéndose de un rival de la banda. Increíble, no se esperaría esto de profesionales serios de una universidad. Esto no tiene nombre, todas estas jugaditas sucias. Como ven, otro ejemplo, de los genios malvados de los Téllez y Gutiérrez, y pensar que el ministerio, en Inspección y Vigilancia, como que también los adoran, que ingenuidad, los buenos cayendo en manos de los males. Macondo, Macondo, hermanos. Puro realismo mágico. Lástima mi querido Gabo, te perdiste la oportunidad de escribir esta novela.
Uniciencia despegó, pero muy lentamente, en 2004 apenas había llegado a 400 estudiantes y en 2012 a solamente 900. Es decir, en diez y seis años únicamente se llegó a 900 estudiantes, mientras otras universidades en el mismo período habían aumentado a más de 6000 estudiantes. Esto es una prueba de la ineptitud de estos fundadores, dirigidos por el genio de Gonzalo Téllez Iregui. Solamente con estas cifras cualquiera entiende que esta gente es muy inepta.
Aquí es bueno dejar la constancia que dejó Humberto Valencia cuando dejó la rectoría en 2002, que es una radiografía de lo que era, es y será Uniciencia. Dice su constancia en la asamblea del 29 de noviembre de 2002:
“El doctor Humberto Valencia comenta que tomó esta decisión por las circunstancias que se han presentado. A pesar de que los negocios se hagan con personas que uno no conoce, ni su carácter, ni su manera de actuar pero que a lo largo del tiempo y del negocio uno va entendiéndose, amoldándose a las circunstancias y en un momento determinado llega una armonía que le permite a la empresa seguir adelante, yo observo que aquí no existen esas condiciones y que cada reunión que se hace se siente uno mal y quiera o no transmite alrededor de uno y a su familia toda esa amargura que se debió subsanar hace tiempo, ya llevamos 10 años de esa falta de entendimiento y veo que de todas maneras subyace esa misma circunstancia a lo largo del tiempo. Esto en mi sentido personal impide y es obstáculo para seguir adelante.”
Esta es Uniciencia-Macondo, y ahora agréguele la presencia del clan Tamayo desde 2013 con sus vicios politiqueros y las ambiciones exageradas de su petulante hijo Diego Tamayo y tenemos un cocktail explosivo. Pero, expresado por Humberto Valencia en 2002 es un ejemplo claro, de los muchos que hay, de lo difícil que es trabajar con la banda liderada por el “genio” del siglo XXI, el corporado Gonzalo Téllez Iregui y su perturbado hijo. Y los tontos de Bucaramanga se metieron en este berenjenal sin tener idea de con quienes iban a tratar. Pobrecitos, cayeron en la trampa de los ineptos, ambiciosos, divisionistas y desequilibrados. Porque una característica de los Téllez y los Gutiérrez es su espíritu divisionista para ganar. Siempre han utilizado las armas de las mentiras, los chismes, los correos falsos y whatsapp editados para sembrar la división, y la gente de Bogotá y Bucaramanga siempre han caído en las trampas de estos bandidos. Ya tendremos oportunidad de dar varios ejemplos, el último de ellos es todo el montaje que hicieron para tumbar a Otero de la rectoría, dividiendo a los que se suponían eran sus amigos. Fue un trabajo de filigrana. Pero en Uniciencia-Macondo las personas son muy ingenuas, y son fáciles presas de estos divisionistas inescrupulosos, en busca de sus intereses egoístas y malévolos.
Eso que sentía Humberto Valencia, lo sintieron Oswaldo Enciso, Darío Abad, Claudia Rodríguez y Diego Otero. Y aún el mismo Reinaldo Ríos, a pesar de su alianza con los Téllez, sufrió la presencia de Gerardo Tamayo, según supimos, comentaba las presiones que tuvo que aguantar para contratar al hijito Diego Tamayo, que desde esa época presionaba porque le dieran contratos jugosos, un señor sin ninguna experiencia, fuera de ser politiquero como su padre. Y sabemos que doña Gladyz Galindo sufría por los Gutiérrez y por Gonzalito.
La historia de Uniciencia es cíclica. Crece, cambian al rector y llega uno malo, y cae Uniciencia. Vuelve uno bueno, mejora Uniciencia, lo cambian los jefecitos alrededor del genio Téllez, y nombran a otro inepto y vuelve el decrecimiento. Lo cambian, llega uno bueno, mejora y lo cambian, igualmente por conspiración del genio. Y llega otro malo. No importa que se aprueben registros, esto nada cambia.
Cuentan que Uniciencia Bogotá llegó a tener ocho registros y no creció al final. Es la misma historia de siempre. Con esos ineptos y llenos de odios nada cambiará. Así, con Otero se lograron siete registros en dos años, en realidad ocho porque una especialización de Bucaramanga solamente se repetiría en Bogotá en la misma forma. Son tan malos estos corporados de Bogotá, acompañados ahora por Gerardo Tamayo y su hijo Diego Tamayo de Bucaramanga, los politiqueros, que desconocen que el autor de la aprobación de estos registros, quien los trabajó a pleno trabajo durante dos años, fue Otero y tratan de adjudicárselos estos farsantes, no le dan ninguna mención a Otero.
Un informante contó que en el almuerzo de despedida de año 2019, del 21 de diciembre, en Bucaramanga, el señor Diego Tamayo anunció la aprobación de tres registros, pero no hizo ninguna referencia a Otero, dando a entender que gracias a él se lograron estas aprobaciones. Oiga, son verdaderos malvados, y dizque universitarios y profesionales. Son una clara manifestación de la corrupción que existe en Colombia, que yo, novelista de Uniciencia-Macondo0, soy un partidario furibundo de las protestas y de que hay que acabar con esta clase corrupta y malvada, como sea, para beneficio del país. Qué horror, que la Universidad Nacional tenga como profesor a este malévolo de Gonzalo Téllez.
Según cuentan los que más conocen a Gonzalo Téllez Iregui, su carácter de resentido, de odios, de conflictivo, de calumniador, de injurioso, de cínico, de divisionista, tiene que ver con una infancia en que fue muy mal tratado por su padre de origen alemán. Es un señor que no tiene tranquilidad, serio, casi no ríe. No acepta que lo critiquen, que le digan no a lo que él piensa. Algunos funcionarios de la Universidad Nacional me han manifestado que es un tipo difícil, que a todo le pone problemas, que habla y habla. Y dicen, pobre Uniciencia.
Pero recibió una herencia importante de su padre, dicen que hoy su riqueza está por los treinta ml millones de pesos. Pero, así como es rico es un terrible tacaño, cobra hasta cinco pesos. Cuentan que en la universidad tenían que pagarle los parqueadores cuando iba, cifras de ocho o diez mil pesos. Es un amigo impresionante de la plata, de ahí su hambre por los excedentes que produce la seccional de Bucaramanga. Todavía la vida ha tenido envidia del éxito de los fundadores de la seccional en Bucaramanga, que crearon a Corciencia para manejar a Uniciencia en esa ciudad.
No admite el “genio” Téllez que no pueda compartir ese éxito, lo que explica sus últimos movimientos para ver como se apropia de Bucaramanga junto con su compinche antiguo, Jorge Gutiérrez Mera, otro inepto impresionante. Para estos malvados, el fin justifica los medios. Toda su vida no han hecho sino atacar a los fundadores de Bucaramanga, han utilizado hasta estudiantes expulsados de la seccional para atacarlos con calumnias y denuncias por las redes y con el ministerio. Para este hombre de Téllez, todo es válido. Es un hombre de miedo, pero no hay que amilanarse, es débil en realidad, porque es un incompetente administrativo. Y su compinche, tesorito, sí que es el ejemplo de la ineptitud.
Bueno hasta aquí llego, por ahora, con los Téllez, porque falta mucho para hablar de este personaje, el principal protagonista de esta novela histórica de realismo mágico. Hay que descansar, es que pensar en ellos cansa mucho, uno se agota, da una jartera pensar en esa gente tan terrible, y pensar que hasta ahora no les ha pasado nada, en parte porque el ministerio de Educación se queda callado y tapa todas las fallas de estos señores, incluyendo a los politiqueros e ineptos de Santander, los Tamayo.
Por este año descansemos de los Téllez, de los Gutiérrez y de los Tamayo. Lo enferman a uno y a muchos. Esto apenas comienza, en 2020 seguiremos con la historia de Uniciencia-Macondo. Que viva el realismo mágico. Pero me va a salir esta novela de realismo mágico, más larga de lo que pensaba, me falta mucho, apenas vamos en la historia del “genio” del siglo XXI y su hijito, y no hemos terminado.
Feliz Año Nuevo a todos mis queridos lectores. Y a Téllez papá y Gonzalito, que sigan con sus andanzas, pero que ojalá los cojan y paguen todas las maldades que han hecho. Este es uno de mis deseos para 2020. Y creo que se va a cumplir según me informan. Algún día los malos tienen que caer, que tienen una característica en común, siempre acusan a los demás de corruptos. Como se dice, el ladrón juzga por su condición.
Feliz Año Nuevo queridos lectores. Que 2020 sea grato en noticias para ustedes y malas para el “genio” y su banda.
¡Que viva Uniciencia-Macondo!