Diego Otero Prada

Al contario de los acólitos del gobierno, especialmente del Tiempo y de los empresarios, que hablan de un repunto en el crecimiento de la economía porque se obtuvo un crecimiento de 3,3% en el tercer trimestre de 2019 comparado con el tercer trimestre de 2018, la economía apenas si despega.

En año completo el crecimiento el del 3.1%. De acuerdo con las proyecciones que hemos hecho y que mencionamos en artículo reciente, afirmábamos que la economía crecería entre 2,9% y 3,2%. Con los datos del tercer trimestre podríamos acercarnos a la cifra de 3,2%, si el PIB crece en el cuarto trimestre a una tasa del 3,5%, lo que parece ser difícil.

Se han dicho muchas tonterías por los analistas del sistema, tanto del gobierno como del sector privado, como que el crecimiento raquítico del tercer trimestre se debe a la ley de financiamiento. Son afirmaciones irresponsables sin bases en estudios cuantitativos o modelos macroeconómicos, todo para apoyar al gobierno en su pésima ley de financiamiento, y todo para justificar bajar los impuestos a las empresas. Que irresponsabilidad la de estos economistas ortodoxos.

Parte de la campaña de autoelogios y de decir que todo está bien es para desinflar el paro del 21 de noviembre, dando a entender que en Colombia no hay motivos para protestar, que este es un país muy lindo dirigido por una elite muy inteligente y preparada que solamente piensa en los intereses de todos los colombianos.

Para tener un país diferente necesitamos crecer por encima de 5,0% o más y cambiar el modelo de desarrollo económico y social injusto colombiano que favorece a los ricos y al capital contra el trabajo.

Tienen miedo de los ejemplos de Chile, Ecuador, Irak, Algeria, Hong Kong, Haití, Panamá, Honduras, Cataluña y Francia, porque sus pueblos se han levantado y exigen cambios en las políticas económicas que favorecen a los ricos a costa de los pobres y la clase media. Los manifestantes piden cambios en los sistemas de pensiones, controlar las tarifas de los servicios públicos, educación gratuita, mejor salud pública, aumento de salarios, más participación de los ciudadanos en las decisiones que los afectan, parar las exenciones, subsidios y rebajas de impuestos a las empresas, grabar más a los ricos, combatir la corrupción. Hay una insatisfacción con los partidos políticos, con las instituciones, con la justicia. Los problemas son iguales en todas partes y son agudos en Colombia. Ya se ha demostrado, si no se protesta nada cambiará.

De ahí que yo defiendo el paro del 21 de noviembre, lo apoyo y pido que todos debemos participar pacíficamente, controlando a los violentos e infiltrados de las fuerzas de seguridad, como es costumbre, para desprestigiar los movimientos populares.